VENEZUELA
Mutuamente necesitados: ¿se viene reencuentro entre Venezuela y Estados Unidos? – El Espectador
Aunque la semana pasada en la Cumbre de las Américas en Lima, Perú, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que “no hay cambios” en la política exterior hacia Venezuela, aseguró estar dispuesto a revisar las políticas de sanciones que, desde la administración de Donald Trump, su gobierno ha interpuesto sobre el régimen de Nicolás Maduro. Esto en tanto ese régimen esté dispuesto a restaurar la democracia. La conducta del gobierno de Joe Biden evidencia que no considera que un enfoque de mano dura contra Maduro haya sido útil para los intereses estadounidenses ni mucho menos para que Venezuela deje de ser un régimen autoritario.
Venezuela y Estados Unidos cortaron relaciones en enero de 2019, cuando Trump reconoció como presidente a Juan Guaidó. Desde la llegada de Joe Biden, ha habido acercamientos, pero, por el momento, no se han restablecido relaciones ni se ha retirado el reconocimiento a Juan Guaidó.
Sin embargo, Biden está obligado a actuar. En un contexto de inflación histórica, los precios de la gasolina en su país aumentaron estrepitosamente luego de que Arabia Saudita y Rusia, los principales exportadores a quienes Estados Unidos les compra petróleo, redujeron el tamaño de la producción. Así, Estados Unidos deberá buscar otras fuentes globales.
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El 3 de octubre, el gobierno Biden concertó con Venezuela un intercambio de prisioneros. El gobierno estadounidense liberó a dos de los sobrinos políticos de Nicolás Maduro, quienes pagaban prisión en Estados Unidos desde 2017 por delitos relacionados con narcotráfico. A cambio, Venezuela liberó a siete presos estadounidenses capturados también en 2017. Cinco de ellos eran ejecutivos de Citgo, petrolera con sede en Houston, Texas, y subsidiaria de la empresa estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Fueron llevados a juicio por presunta malversación en una propuesta nunca llevada a cabo de refinanciar 4 mil millones de dólares en bonos de Citgo. Los otros dos eran turistas estadounidenses a quienes Maduro acusó de espionaje.
El intercambio ocurrió pocos días después de que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, normalizara las relaciones con el gobierno venezolano. Para el internacionalista e investigador del Instituto para la Paz de Estados Unidos, Nicolás Devia Valbuena, estas son “medidas de construcción de confianza” que facilitarán una eventual cooperación de los dos gobiernos en asuntos de interés común.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca explora alternativas para relajar las sanciones económicas contra Venezuela. Si se llega a un acuerdo, lo primero que sucedería es que Chevron, la única petrolera estadounidense que opera en Venezuela, reanudaría las exportaciones desde ese país. La condición de Estados Unidos es que Maduro muestre una intención clara de restablecer la democracia en su país y para eso, el primer paso sería sentarse de nuevo a dialogar con la oposición en la mesa de negociaciones de México, la cual Maduro abandonó luego de que se extraditase a su presunto testaferro, Álex Saab, a Estados Unidos en 2021.
El levantamiento de sanciones económicas, que aislaron económicamente a Venezuela, podría dar alguna estabilidad a las de por sí precarias finanzas de ese país. “Es un asunto también de interés para Venezuela, quien busca que su propio petróleo circule con fluidez en los mercados internacionales y, para ello, se requiere una relación menos hostil con Estados Unidos”, afirma Devia.
Esto podría, en el mediano plazo, atajar otra situación que enfrenta Estados Unidos con dificultad: la llegada masiva de venezolanos en la frontera sur. Desde octubre de 2021 hasta agosto de 2022, la autoridad migratoria estadounidense aprehendió en esa zona a más de 150 mil migrantes que cruzaban la frontera de manera irregular. Se trata de un aumento significativo. En el periodo anterior, la cifra fue de 48 mil personas, lo que segnifica que se triplicó.
Así, el gobierno Biden anunció la implementación de un programa humanitario de permisos, similar al que se hizo para refugiados ucranianos. Las personas interesadas en uno de los cupos deben aplicar a un programa en el que deben contar con una persona y organización dispuesta a patrocinarlos financieramente y podrán llegar en avión a Estados Unidos o a México.
Aunque inicialmente, los principales países receptores de migrantes de Venezuela eran los vecinos, tras la pandemia de COVID-19 disminuyeron allí las oportunidades para migrantes y por eso, muchos han optado por dirigirse a pie hasta los Estados Unidos, aún si esto implica atravesar la muy peligrosa selva del Darién.
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Se espera así que el retiro de sanciones permita estabilizar de nuevo la economía venezolana y que esto conlleve a una eventual disminución de la emigración de ese país.
La postura de Biden no ha sido del todo bien recibida en su país. Sus acciones conciliadoras han sido rechazadas por la diáspora venezolana en Estados Unidos. Incluso, cuando en marzo de 2022 Biden envió una delegación a Caracas para, por primera vez en años, dialogar con el régimen, tanto demócratas como republicanos reprocharon la jugada.
El reto para Biden es acercarse a Maduro sin que esto se entienda como un espaldarazo a un régimen autoritario. A semanas de las elecciones legislativas en Estados Unidos, sus acciones representan un riesgo político, pero parecen un riesgo que el presidente está dispuesto a asumir para que fluya la diplomacia con el que ha sido su principal adversario en Sudamérica y, a la vez, un país rico en petróleo.
La discontinuidad frente a la política exterior que manejó Trump es evidente. La estrategia pasada, además, contó con el apoyo de Iván Duque, quien como presidente de Colombia implementó un ‘cerco diplomático’ y reconoció a Juan Guaidó como presidente. Gustavo Petro echó de para atrás todas esas acciones y se reencontró amistosamente. De acuerdo con un reportaje del New York Times, se espera que Petro también le exija a Estados Unidos que retire las sanciones contra Venezuela a modo de contribuir a la recuperación de ese país. Así, la estrategia de Biden, de acuerdo con Nicolás Devia Valbuena, le apunta ahora a “la coexistencia y la adaptación”, pero no necesariamente es un cambio en la política de Estado que se pueda traducir, por ejemplo, en que ya a Estados Unidos no le interese la eventual salida de Maduro del poder.
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“La estrategia de Biden es más sacar a Maduro por vías democráticas”, afirma Devia. Algo similar opina la abogada, internacionalista y magíster en Diplomacia y Organizaciones Internacionales Lupita Prada Jiménez. Para ella, los cambios obedecen a una situación coyuntural y tienen fuerte peso político en Estados Unidos. “Más que un giro genuino de política exterior, parece ser un cambio que tiene como objetivo mostrar las diferencias con Trump y los republicanos”, afirma.
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